Pues bien, en ese preciso contorno terminológico, es de donde brotan los presupuestos utópicos del capitalismo. ¿Quién podría imaginarse que un sistema que establece una nueva «religiosidad [2]«,que sólo beneficia a un grupo hiperreducido de individuos, pueda ser aceptado y legitimado por la inmensa mayoría del planeta? ¿Cómo concebir que un sistema que genera y propaga desigualdad [3] (y por tanto injusticia) haya alcanzado semejante grado de aceptación [4]? He ahí la primigenia dimensión utópica del capitalismo.
Huelga decir, que aquí se entiende <
Volviendo a la noción de utopía, las coordenadas en las que es definida por Anselm Jappe, poseen un alto valor explicativo:
«si existe una utopía que haya sido efectivamente realizada en los dos últimos siglos, esa ha sido sin duda la utopía capitalista. El capitalismo <
[sin embargo, se basa] en una determinada visión del hombre y en una antropología muy particular: la del homo oeconomicus. Sin embargo, en un principio esta visión no era en modo alguno natural, y sólo empezó a parecerlo tras haber sido inculcada mediante la violencia y la seducción durante varios siglos. El homo oeconomicus es la mayor utopía realizada de la historia, y su duración y difusión geográfica superan de lejos a las utopías estatistas asesinas que denuncia la utopía del mercado»[6].
La mentira inicial
Una de las cuestiones a mi juicio más llamativas es lo sencillo que resulta para aquellos defensores del sistema esgrimir acusaciones o responsabilizar a ciertos autores y sus obras de los errores o fatalidades que generó el comunismo realmente existente. Según esa lógica, es muy sencillo culpabilizar a El Manifiesto Comunista del gulag u otras distorsiones ideológico-prácticas que se hayan producido durante el siglo XX. Los muertos bajo regímenes/movimientos autodenominados «socialistas» o «comunistas», tienen culpables a los que se debe señalar y repudiar. No obstante, acerca de los millones de muertos que el capitalismo genera en su proceso de (auto)propagación constante, se guarda silencio o no son ni siquiera tenidos en cuenta. La explicación de este fenómeno es crucial: se ha entendido que sobre las muertes que se pueden atribuir responsabilidades, los culpables, deben ser denunciados; pero sobre las miles de muertes diarias derivadas de esa mano invisible, de la acumulación voraz de riqueza y de la explotación capitalista, de esas, no se dice nada [7]. Y es lógico, porque se entiende como un hecho <
Aquí sólo cabe decir una cosa: que todas esas afirmaciones son falsas, y llevando la cuestión un paso más allá, hay que afirmar con rotundidad que es ideología en estado puro. Esa es otra mentira del sistema: tildar de ideológico sólo aquellas cuestiones que atacan sus cimientos, mientras su brutal discurrir constante es <
Algunos rasgos utópicos
En primer lugar, se parte de la premisa de que el capitalismo puede solucionar las propias situaciones que genera. ésta es a mi juicio, la mayor mentira jamás contada. Las soluciones que se proponen para lograr un <
En segundo término, otra razón que nos debería empujar a afirmar la naturaleza utópica del capitalismo, es el que trata cuestiones referentes a los problemas de hambre y enfermedades que asolan a buena parte de la Humanidad.
Suena insultante que el mismo sistema que potencia el encarecimiento desmedido de los productos básicos alimentarios [11] y establece patentes farmacológicas que condenan a muerte a millones de personas, se presente como la posibilidad efectiva de sacar de la pobreza a los países en vías de desarrollo. ¿Cuáles son las opciones reales? La caridad [12] y/o la explotación [13]. Muchas veces se escucha, fruto del matrimonio entre un racismo todavía muy presente y un clasismo perenne, que si en determinados países los trabajadores asumen salarios miserables y regímenes de semiesclavitud por trabajar para multinacionales, será mejor eso que nada. Lo que se obvia es que la implantación forzosa del capitalismo, destruye las formas de economía locales, así como mercantiliza bienes, que previamente, formaban parte de los elementos de subsistencia de la comunidad. La afirmación de que la extensión de las reglas capitalistas generara beneficios para los que se inserten en sus dinámicas, es falsa. El capital, siempre, se sitúa en donde maximiza sus beneficios. Es una mera labor de optimización. Como de manera brillante subraya David Harvey «el capitalismo no resuelve nunca sus problemas de crisis, sólo los mueve geográficamente». Por eso se debe rechazar de raíz que la globalización extiende la riqueza, ya que produce el efecto contrario: la concentra cada vez más [14].
Otro factor que deshabilita y desactiva el discurso capitalista es que el sistema puede contribuir al progreso armónico del planeta. Un hecho que lo refrenda es que el gasto anual en armamento ascendió en 2012 a 1,75 billones de dólares [15]. La competición por recursos escasos, fenómeno inherente del capitalismo, promueve el desarrollo de un complejo militar-industrial altamente disfuncional (debido a la fractura entre las características de la amenaza y los mecanismos y estrategias para combatirla), pero que absorbe ingentes cantidades. Si algo han demostrado los conflictos acaecidos desde la caída de la URSS, es que todos ellos obedecen a una naturaleza estrictamente económica [16].
A nivel teórico, el capitalismo está sustentado en diversas creencias fetichistas, en elementos etéreos y abstractos: el dinero, el mercado, la confianza, etc., no son más que supuestos únicamente sostenidos por la creencia (más o menos arraigada) de que el mundo funciona así y no hay otra forma de hacerlo [17]. La actual crisis se intentó aplacar, no dando soluciones, sino intentando contentar a ese elemento convertido en nueva divinidad llamado «mercados», ese ente supremo en el nombre del cual hay que hacer sacrificios [18].
En esta línea, se debe subrayar que la práctica totalidad de la población desconoce absolutamente los mecanismos de funcionamiento del sistema; aún así, su confianza en él es absoluta. Ahí se inserta la premisa del carácter <
El capitalismo también es utópico, porque ha conseguido extender la falacia de que los índices macroeconómicos son la ejemplificación de la realidad de un Estado o región. El crecimiento del PIB u otros indicadores, son eminentemente desinformadores. Proyectan una imagen totalmente distorsionada de la situación, dado que los <
Procuraré ser breve en lo que sigue. Unas líneas más atrás se mencionó la caridad, que constituye un hecho central del funcionamiento del mismo. Las soluciones basadas en la caridad, beneficencia, ayuda y demás, parten de un error dramático y nocivo hasta la saciedad. Estas propuestas suponen la aceptación de que en un sistema desigual e injusto, la buena voluntad de personas que consiguen una cantidad de recursos superior a la que necesitan, puede solucionar los problemas de personas que no han tenido suerte por medio de la transferencia voluntaria y privada de parte de su excedente. ¿De verdad alguien se plantea que las acciones de filantropía son suficientes para cambiar el sentido de las cosas? No se pretende decir con esto que no exista buena intención, sino poner sobre la mesa lo terrible y pornográfico que es aceptar que en función de la caridad de personas honestas (y ricas), habrá gente que pueda comer y gente que no, en vez de ir al fondo de la cuestión y poner en tela de juicio el origen o legitimación de la generación y reparto desigual de la riqueza.
El último punto al que se hará referencia, en el que el capitalismo ha superado todas las expectativas iniciales es en el campo de la inclusión y cooptación de sus supuestos enemigos. Desde Bernstein y el revisionismo en adelante, el capitalismo ha sabido atraer a elementos, corrientes y movimientos hacia su terreno, privándolos cada vez más de su propia esencia contestataria. Un caso paradigmático se produce con la inclusión de ciertos elementos de Mayo del 68 en el sistema (hedonismo, ecologismo, etc…), lo que algunos autores han definido como «capitalismo cultural», en el que la emergencia de ONG’s y plataformas similares, ayudan a fortalecer al sistema en vez de debilitarlo.
¿Fin?
La relación que se tiene con el capitalismo podría recrearse a la perfección con la épica escena de los Hermanos Marx (la parte contratante…) de Una noche en la ópera.
Groucho sería la encarnación del capitalismo:
– se presenta como cercano, pero sabe desde el principio que tiene capacidad de manipular y que su objetivo es ejercer una relación de dominación (pese a que la imagen que proyecta sea otra);
– expone una condiciones difícilmente comprensibles (las cuales, suponen un caso evidente de violencia sistémica [reglas de juego] y simbólica [el lenguaje]);
– crea la falsa ilusión de atender a las demandas, mediante el acto formal de modificar-eliminar del contrato las cuestiones que a la otra parte le parecen inadecuadas;
– redunda en el gesto vacio de la «inclusión» («su palabra es suficiente para mi»);
– se llega a un punto final donde la otra parte, sin haber entendido nada, es persuadida para obtener un consentimiento para apropiarse de un recurso que inicialmente no le pertenecía;
– la estilográfica no tiene tinta: es el culmen. La ejemplificación manifiesta de la vacuidad de todo el proceso. La cancelación efectiva de toda la recreación «formal».
Es decir, el protocolo de firma del contrato simplemente es una simulación, la representación escénica de una falsa capacidad de participar, modificar y decidir. Sin embargo, esa apariencia de normalidad es una de las claves de por qué se aceptan los resultados: porque sobre el escenario pulula la firme convicción de que se ha sido partícipe del proceso en igualdad de condiciones, y en libertad. No obstante, la terrible conclusión que sacamos de esta escena, es que las condiciones son dictaminadas en función de sus intereses. El capitalismo, y por extensión la democracia burguesa se mueven en esta burda e infame farsa.
Para finalizar, quisiera recuperar una de las citas que motivo la redacción de esta secuencia de entradas:
«lo que es indudable es que creer que la vida puede seguir basándose por más tiempo en el dinero, la mercancía y la compraventa es una utopía terrible, cuyas consecuencias están ya ante nuestros ojos.»[19]
* Es la tercera entrega de una secuencia que conforma un único artículo. Por su extensión, se ha decidido publicarlo seccionado. Pueden consultarse las anteriores entregas aquí
[1] Posteriormente, también sirvió para diferenciar entre socialismo utópico (Fourier, Saint-Simon, etc.) y socialismo científico.
[2] Las analogías entre capitalismo y religión se basan en la explicación de Bordieu en Génesis y estructura del pensamiento religioso. Se aprovecha su brillante y exhaustivo estudio para encontrar paralelismos entre ambos fenómenos. En el siguiente párrafo, si se substituyese <
«la religión contribuye a la imposición (disimulada) de los principios de estructuración de la percepción y del pensamiento del mundo y, en particular, del mundo social, en la medida en que ella impone un sistema de prácticas y de representaciones cuya estructura, objetivamente fundada en un principio de división política, se presenta como la estructura natural-sobrenatural del cosmos.» P. 10
[3] Véase el terrible informe de Oxfam The cost of inequality: how wealth and income extremes hurt us all
[4] Es tentador recuperar la cita (aplicable de nuevo al papel social de la religión), de M. J. Fortes y E. Evans-Pritchard: «El sistema social está de alguna manera transferido en el plano de la mística, donde funciona como un sistema de valores sociales ubicado al abrigo de toda crítica y de toda revisión»
[5] Desde el postanarquismo, Michel Onfray defiende que el capitalismo «es la forma de producción consustancial al mundo desde que es mundo»
[6] Jappe, Anselm (2011) De una utopía a otra
[7] Por ende, para esta postura, es intolerable que muriesen menos de 3.000 personas en las Torres Gemelas, pero es asumible 24.000 muertes diarias por hambre
[8]Otra forma (complementaria) de entenderlo, es lo que algunos autores han denominado <
[9] UNCTAD (2011) Los países menos adelantados. Informe de 2011
[10] Tax Justice Network (2012) The price of offshore revisited. New estimates for missing global prívate wealth, income, inequality and lost taxes
[11] En su informe de 2012, El lado oscuro del comercio de cereales, Oxfam advierte que entre las cuatro principales compañías alimentarias conocidas como ABCD (Archer Daniels Midland [ADM], Bunge, Cargill y [Louis] Dreyfus), manejan, entre otras cuestiones, en torno al 90% del comercio mundial de grano.
[12] El pragmático asesor de Blair, Robert Cooper, nos ofrece una idea sobre las «intervenciones humanitarias», extrapolable para hacernos entender perfectamente la naturaleza del capitalismo: «Such interventions may not solve problems, but they may salve the conscience.» Cooper, Robert (2000) The postmodern state and the world order. Demos The Foreing Policy Center. London. P. 41
[13] En la reciente catástrofe laboral en Bangladesh donde murieron más de 1.125 personas, se descubrió que en los talleres de las empresas trasnacionales del textil, los costes salariales por cada pieza de ropa son de 1,45 céntimos, las jornadas laborales sobrepasan las 14 horas y el salario mensual es de 29€.
[14] «the global 1% has benefited from economic development and globalization since 1988 – their income has risen by about 60% in those two decades» http://www.oxfamblogs.org/fp2p/?p=12888
[15] Pueden consultarse los datos pormenorizados en http://www.sipri.org/
[16] Véase Münkler, Herfried (2005) Viejas y nuevas guerras. Asimetría y privatización de la violencia. Siglo XXI. Madrid
[17] Pese a no ser muy académico, recomiendo a todo el que haya llegado hasta aquí, que visualice este vídeo http://www.youtube.com/watch?v=Us_EjHr_Tos
[18] Occidente, que tanto se ha burlado de las ancestrales costumbres precolombinas y los ritos en forma de ofrendas y sacrificios de las culturas nativas, parece que ahora ha encontrado otra divinidad para adorar y guardar obediencia ciega. Digo esto en honor de Rafael Correa, que librándose de las instituciones financieras internacionales, parece que podría dar algunas lecciones de «ateísmo económico».
[19] Jappe, Anselm (2011) De una utopía a otra
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